Jueves en la noche. Todo parecía perfecto.
Estaba saliendo de mi clase de dibujo, mejor dicho, del examen,
cuando me di cuenta de que mi estomago estaba más aflijido de la cuenta, el dolor era inaguantable.
Por lo que me junté con algunas personas antes de atreverme a pasar por algun lado para comprar pastillas para el dolor.
Recordé tambien que tenía que asistir a un conferencia que duraría por lo menos dos horas.
Aflijida por pensar en lo que haria primero, me dirijí hacia la tienda para comprar mis pastillas.
Luego de haberlas ingerido, socorrí al baño, tenía  nauseas.
Fuí a la conferencia un poco mas calmada.
El aire acondicionado, los cómodos asientos y la despreocupación me fueron tendiendo trampa en los ojos, me estaba durmiendo, cuando mi mano automaticamente rebusco en mi mochila para saber con cuanto efectivo contaba para llegar a mi casa.
Pero, no encuentro nada. El apasible sueño se desmorono para ser ahora una preocupación bastante alarmante.
Recordé por dónde habia caminado,ya que, evidentemente el bolso no estaba en mi mochila.
Bajé del auditorio hacia el baño, seguro que lo había dejado allí por descuido mio. Pero tampoco estaba, hasta que encontré a la persona encargada de la limpieza. Le pregunté con la inseguridad de tener una respuesta positiva, pero, para mis sorpresas, la obtuve. Una muchacha lo había entregado al personal de seguridad.
Las tensiones bajaron gradualmente.
Armé el lio para irme corriendo a buscar ese bolso, como si fuera a recojer un premio de la loteria o algo por estilo, ironico.
El personal me pregunta cuánto efectivo contenía la cartera, al dar la información tan convicentemente como salían de mi boca, las expresiones de los rostros de allí volvieron a azorarme. Cómo no darme cuenta?
El bolso tenia todos los documentos, menos el maldito dinero.

Comentarios

Entradas populares de este blog