Más de una vez me han acudido los sinsabores de palabras fementidas. Es como si mi cerebro lo hiciera adrede. Justo cuando creo que por fin y de una vez por todas he superado ese desplome, que siento el vigor de una gallardía pincelando la vida en mis mejillas, viene este corazón resentido a cruzarme la cara y recordarme por qué en primer lugar estuve en aquel despeñadero, espabilando mis buenos humores y alimentando el rencor. No sé que es peor, Si descubrir la supercheria o darse cuenta de que estuviste cayendo en un abismo cuando pensaste volar.
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