Yo, Mujer...

A veces me cruza como una ráfaga de viento,

para recordarme que esta allí latente aquella duda insolvente.

No encontré el amor por casualidad,

me acechaba por los rincones,
contando mis pasos, memorizando cada mirada, hasta convertirlo en una casualidad.

Entonces debería amarte?

que se supone que debo hacer ahora?

Funciono de una manera tan indistinta a la tuya,

que doy gracias a que por ello podemos soportarnos, 

mas sin embargo por lo mismo, terminamos hiriéndonos.

Yo, mujer, actriz de mi propio orgullo,

protagonista en mi propio teatro de dolor,

pretendiendo que nada de lo que hagas me importa,

y que ni el mas fuerte golpe puede adolecerse.

Tu, hombre, marioneta de tu propia virilidad,

cuya vida es manipulada por los ojos,

apartando lo valioso de lo efímero, coqueteo de mis espaldas,

oportunista de lo pagano antes de que se esfume por mi presciencia.

Entonces debería importarme?

Tus promesas,

son como mis huellas en la arena,

mis juramentos,

como el agua del río.

Te niegas al embellecimiento de tu propia compañera,

cuando como colibrí aprecias la esencia de otras flores.

Entonces para que me quieres?

Si mi semblante nunca te sera suficiente,

cuando tus limites paralizan el cambio.

Yo, mujer, esperando por un par de oídos,

con palabras que desbordan la garganta, que necesitan ser desechados.

Tu, hombre, borracho de tu sentido común, cansado de las exigencias del corazón de tu amada,pones mi habla en espera, compensando con fortunas el precio de tu rechazo.

Yo, mujer, con sollozos en el alma, mi maletas cruzan aquella puerta en la que tarde por la noche te escuchaba llegar, con el aroma en tu cuello y la emoción en tus ojos.

Tu, hombre, dándote el lujo de jugarte con cualquiera, por sentirte importante, lo que otra pensaba de ti valía mas que la opinión de tu paciente compañera, siempre probándote, hasta que un día llegaste a casa, sentiste por primera vez la soledad.

A veces me cruza como una ráfaga de viento,

para recordarme que esta allí latente aquella duda insolvente.

Para qué me quisiste si amarme no pudiste?