Es duro acostumbrarse, a que el tiempo es pasajero,
que se marchita ante nuestros ojos, y lo dejamos morir.

A nadie le gusta aceptar que la juventud se marcha,
que es rebelde y vivida,
experimentada e insaciable.

Que la edad nos arranca la belleza,
no habita en  el cuerpo por mucho tiempo,
es como una vagabunda,
nomada y sin orientacion.

Que nuestros hijos crecen,
se alejan,
se acostumbran a un mundo que aun no existe,
y nos resignamos a dejarlos vivir.

Que el paraiso de un necio
es el infierno del sabio.


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