Cuán perecedero el tiempo,
seduciendo sin caretas las estrellas y el edén,

Si el dolor se marchara así de rápido,
si olvidar fuera así de cándido,
los bríos que murmullan a solas cesarían su canto,
no hay himnos que robustecer.

Si perdonar fuera así de zonzo...
como saborear la hoja de un papel al pasar la página,
sin pecado que te detenga,
la debilidad sería insulto.

Pero cómo disuadir al olvido,
para que así marchite mi congoja,
cerque entre sus brazos esa sonrisa gastada.

Cómo contagiar su lástima,
alma perecedera,
no correspondida, ven y acalla esta locura.




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