A ciegas
Cuando pienso en la débil que he sido, lloro de rabia e impotencia. Deseando hacer todo lo contrario a lo que deseo e imagino me hace un nudo en la garganta que en consecuencia se traduce a una mandíbula paralizando ese grito que urge por mezclarse con la atmósfera. Estaba siendo controlada de manera extraordinaria, y yo... haciéndome la ciega. Fue cuando me golpeé con aquello se supone me protegerías, me limpie la cara y desperté.