Astral

Estaba oscuro, demasiado oscuro para mi gusto. La habitación que compartía con mi hermana era un cuadrado perfecto. Las camas estaban en paralelo. El espacio que nos dividía no era muy grande, por lo que no me causaba molestias en saltar desde mi cama a la de ella cuando me entraban esos ataques de pánico. Teníamos dos ventanas, una justo detrás de la cabecera de mi cama y otra a la izquierda de los pies de la de mi hermana, por lo que me quedaba totalmente a la vista las siluetas de las plantas del patio.

Siempre pensaba que por allí algo me miraba o que podía entrar escurriéndose por ella, y ni pensar de la que estaba detrás mío...

Aquella noche el resplandor de la luna no llegaba. Me imaginé que los árboles frondosos del patio impedían que la luz irradiara, por lo que la oscuridad era casi total.
No podía dormir, mi imaginación comenzaba a hacerse de las suyas y mis latidos se aceleraban. Me enredé en las sabanas y giré mi rostro hacia mi hermana.

Pude observar cómo se removía y se quitaba las sabanas lentamente, hasta que se puso de pie frente a mí. Se me quedó mirando unos leves segundos, sin articular palabra alguna. Sentí como mi frente se arrugó tratando de comprender su extraño comportamiento a medida que empezó a caminar hacia la puerta. 


Como por cuál razón caminaría en medio de negrura? y aún peor, por qué quería salir? 


En parte me disgustó la idea de que tuviera algo planeado y no me invitara con ella así que 
la llamé por su nombre dos veces, mas no hizo gesto de haber escuchado. 
Fue abriendo la puerta y un vuelco en mi pecho se abría paso. Era turbador ver lo que había al otro lado de la puerta, literalmente era una nulidad, y ella se adentraba hacia el!

Ya que la salida quedaba a los pies de mi cama, me muevo sobre el colchón hasta ella y lo primero que me salió preguntarle fue "Para dónde vas?" mientras dirigía con terror mis ojos a lo que aguardaba allí.
Repitió la misma acción de mirarme, sin expresión alguna en el rostro. El silencio que se abalanzó era tan desagradable que pude escucharme tragando mi ansiedad.
Se limitó a darme la espalda y siguió el camino sin pausa alguna, mientras observaba cómo mi hermana era abrazada por aquella cerrazón.

Volví a llamarla por su nombre, mas al no escuchar nada comencé a asustarme.
Qué hacia? iba detrás suyo? Me quedaba? Despertaba a mi madre para decirle? No... y cómo? si no no era capaz de atravesar aquel umbral.

En lo que desarrollaba alguna conclusión, hice lo de siempre, salté hacia su cama. Mi aterrizaje fue incómodo, las almohadas me hicieron tambalear, pero estaban demasiado tiesas para ser solo colcha espuma. Traté de mover el bulto, pero era demasiado pesado.

Después de unos momentos la luz astral retomó sus espacios habituales, dándome facilidad para identificar lo que estaba a mi alrededor y desenvoltura para moverme. Seguí tanteando lo que pensaba era un objeto, para desenredar las sabanas y ponerme yo en su lugar. 

Cuando por fin logré hacerme con ellas, me revolví  buscando cubrirme de pies a cabeza. Fue en ese momento que logré identificar la corpulencia y  mi corazón se quedó petrificado por un segundo. Allí, buscando cobija de la cubierta arrebatada y holgura para su cuello se encontraba mi amada hermana.

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